miércoles, 31 de agosto de 2011

Una experiencia única



Este blog pretende recoger lo que ha sido nuestra vivencia africana. Sin más. Sin afán literario ni nada por el estilo. Y, más que nada, para que mientras dura la elaboración del mismo, nos sigamos sintiendo tan cerca de Africa, de Kenya en particular, y del Maasai Mara en concreto, como nos hemos sentido durante estos diez dias.


Como lo importante es las vivencias durante la estancia, omitiré las circunstancias que en los aeropuertos vivimos hasta poder llegar a nuestro destino final tanto en la ida como en  el regreso. Hakuna Matata(no hay problema, no pasa nada, todo está bien). Esta es la primera y mejor lección que debes aprender, dejando atras las prisas, nervios y demas circunstancias que implica la vida occidental. Esto es Africa, tiene su propio ritmo, se mueve por otros  dictados distintos a los occidentales. Dejate llevar por ellos, sumerjete en la Africa profunda y disfruta de lo que te va a dar, que no es poco,  verdad  Jorge? "Africa (y no me malentendais), es como una mujer, caprichosa y bella (te cito lieralmente, Jorge), que te dara mucho, pero has de tratarla bien ya que es agradecida, a la vez que salvaje".

Nuestro lugar de referencia, el Cheetah Tented Camp, sacado adelante por Jorge y Mariola, dos españoles, madrileños, implicados con la tribu Maasai y en la mejora de sus condiciones de vida a nivel educativo y sanitario, conviviendo con ellos y conociendo de primera mano sus carencias y necesidades.

El Cheetah Tented Camp está situado en la misma orilla del rio Mara. Consta de dos tiendas de lujo construidas sobre pilares de madera. No le falta ninguna comodidad, pero a la vez goza del encanto de lo rústico(entendido al estilo africano). Cama con dosel antimosquitos, baño completo,wc independiente y una terraza de unos 100 metros que  te harán disfrutar desde primera hora de la mañana hasta la llegada de las estrellas de esa inmersión directa en el sentir africano. Como digo, la terraza esta sobre el rio Mara, donde a primera hora te despiertan los hipopotamos en libertad  con sus bramidos, cuando vuelven al rio tras su noche de deambuleo alimentandose de los pastos verdes que el Mara  hace crecer para mantener esta vida salvaje junto a si. Un cafe te hara disfrutar desde esa atalaya privilegiada de uno de los amaneceres mas hermosos que la tierra te pueda dar.

No lo desaproveches... contémplalo cada dia. No hay dos iguales. Es un lujo a tu alcance y esta ahi solo para ti, en exclusiva. No me digas que no merece la pena, eh?

   



Tras el espectáculo privado que acabas de contemplar, te esperan en el verde bancal del rio para darte un desayuno que te cargará de energía para toda la mañana: crepes, frutas, tortillas, salchichas, zumos... y todo preparado en el momento y de nuevo sólo para ti.



Y todo mientras sigues contemplando la fauna que te rodea... "hipops", cocodrilos, monos verdes, gacelas de Thomson, cebras, antilopes (todos ellos todos los días nada más levantarte y quién sabe si algún día verás también elefantes, jirafas, leones, guepardos o leopardos...) pero no seas impaciente... seguro que los verás... y muy pronto

Jorge y Mariola
ya te están preparando tu jornada de hoy. Déjate llevar. Conocen y quieren a Africa y sabrán cómo hacértelo sentir también a ti.
Nuestra estancia con ellos deparó cada día algo nuevo y mejor que el día anterior. Todo es disfrutable... hasta los inconvenientes. Una mañana se nos rompió la amortiguación (cuando veais los caminos entendereis el motivo) del vehículo todo terreno que teníamos a nuestra disposición las 24 horas del día, pero eso ni siquiera fue un problema ya que Africa, como dije antes, provee. Al poco de tener la avería, rodeados de gacelas, babuinos y quién sabe qué animales más que no viéramos, y mientras Musiri (nuestro mecánico "on board")  

Musiri en plena acción


Arreglando la amortiguación











se encargaba de repararlo con los medios de que disponía en el vehículo, pasó por allí un grupo de mujeres Maasai, cargadas de leña hasta las cejas, de una Manyata próxima (2 km) a las que les pedimos si, por favor, nos dejarían acompañarlas mientras el mecánico solucionaba el problema o conseguiamos un coche alternativo. Con ellas nos sentimos seguros andando por la sabana, pero a pesar de eso estábamos deseando llegar a la Manyata y vernos entre sus cercados de ramas espinosas de acacia... Queríamos habernos hecho los caballeros ayudándolas a llevar la carga de leña, pero es que una vez visto el fardo y calculado el peso, nos dimos cuenta de que más que ayuda habría sido un cachondeo por la imposibilidad de haber podido cargar con semejante peso. La llegada a la Manyata fue de las que dejan huella en ambas partes ya que nosotros vivimos una emocionante, única y exclusiva aventura que nos permitió contemplar de primera mano, sin aglomeraciones, sólo para nosotros, una vivencia especial: caminar por la sabana en compañía de las mujeres Maasai, sin actividades organizadas por touroperadores ni nada similar. Tras la llegada a la Manyata, las mujeres y hombres del poblado nos regalaron con un baile de bienvenida y con cánticos tribales, así como los típicos saltos de esta tribu que dejan boquiabierto a cualquiera ya que alcanzan una altura considerable, saltando sin doblar las rodillas. También nos enseñaron cómo encienden fuego por el método tradicional de frotar dos maderos y, con la brasilla que se genera del madero más blando prenden los excrementos de elefante, que son ricos en materia combustible. Una pasada, os lo puedo asegurar. Y, al contrario de otras Manyatas enfocadas más al turismo (según he leido en otros blogs, en los que cuentan que para poder entrar en la Manyata pedían dinero a los visitantes), aqui no hubo que pasar por caja ni nada similar. Tremendo, de verdad.







 




Como decía antes, Jorge y Mariola, nuestro anfitriones, sabrán prepararte una jornada a tu medida, que superará tus expectativas, sin ninguna duda, dia tras dia. La entrada en la reserva te permitirá contemplar y disfrutar en primera persona y muy de cerca de las maravillas de la vida salvaje y en libertad.
No sabes con que te vas a encontrar cada dia, pero seguro que te sorprenderá.






 










Nuestro primer contacto con tierra firme (y nunca mejor dicho) fue con un safari a pie por las tierras en las que se haya ubicado nuestro campamento. No por ello penseis que no ibamos a ver ningún animal... ni mucho menos. Estuvimos rodeados de cebras, ñus, hipopótamos y hasta cocodrilos. Todos ellos bien cerquita... ahí... a tiro de piedra.

Pero siempre, siempre, acompañados por un grupo de Maasais. En este caso tambien con William Nkumun. No me digais que no tiene una cara como para no confiar en él. Es un gran hombre, una gran persona, un gran amigo...


Tras este primer contacto con tierras africanas, nos prepararon un cocktail para contemplar la puesta de sol. Todo ello dentro del inmenso terreno del que tienen la concesión. No faltó de nada... y mucho menos cerveza, acompañada de viandas para disfrutar de ese espectáculo que es la llegada de la noche.














Nuestro primer dia nos deparó la sorpresa de encontrarnos con un guepardo, rodeado de ñus ( o ñues... nunca  se cómo hacer el plural de esta palabra). Bajamos varias veces al rio Mara a uno de los pasos que los ñus eligen para cruzarlo en la epoca migratoria que coincidió con nuestra visita. No  hubo suerte ese dia, pero la  paciencia y la persistencia de nuestro amigo Jorge y nuestro Maasai y guia particular, William Nkumun, nos permitio disfrutar "in situ" de lo que tantas veces  hemos visto en los programas de naturaleza,  el  cruce de los ñus y  cebras a la otra orilla del rio  Mara donde los pastos son mas verdes.  Pero esto no lo hicieron sin riesgo ya que el rio les frenaba su avance debido a las fuertes corrientes  de agua que se llevaron rio abajo a los  más debiles. Cuando  no lo hacian los cocodrilos vigilantes de ambas orillas.
En las idas y venidas de la sabana (donde se encontraba el guepardo a la espera de una pieza propicia) al cauce del rio (donde esperábamos el cruce de los ñus), hubo tiempo para una parada con almuerzo (y de nuevo cerveza) en medio de la llanura.
Pensé que esto era sólo cosa de los folletos publicitarios pero nada más lejos de la realidad. Ahí estábamos... con un despliegue de mesas, sillas, comida y bebida para hacer la espera más llevadera. Esto, siempre, tras la inspección de la zona por parte de Jorge y de los Maasais que nos acompañaban en ese momento.



Es todo un reto  de vida que se repite cada  año entre los meses de junio a octubre y en el que sólo sobreviven los mas fuertes. La vida animal en el Mara no  es sencilla. Es de las más duras que he visto, pero... asi es la vida, amigos. Afortunadamente, de los que intentan  el cruce solo un pequeño porcentaje se queda en el intento. Lo mismo ocurre con  las presas varias que son cazadas por los distintos predadores que habitan el parque: leones, guepardos y leopardos... pero no siempre están al acecho, como se pudiera pensar. Esta reserva demuestra claramente cómo se repite el circulo de la vida. Y, de igual manera, el respeto de los animales entre si. Conviven compartiendo el espacio que tienen la suerte de habitar y se  ve cómo ninguno  mata por el simple placer de matar, a diferencia del hombre, que si lo hace. Ellos, los animales, las bestias, matan por necesidad de alimentarse. No es sencillo.
El día estaba siendo completo y ya iba tocando a su fin de manera que decidimos volver al campamento, aconsejados además por las nubes de tormenta que se avecinaban. ¿Que se avecinaban? Que ya estaban ahi mismo. En pocos minutos descargó una lluvia torrencial que nos puso a la fuga rápidamente ya que los caminos se vuelven auténticas pistas de patinaje con el agua. Incluso la tracción total de los coches tiene serios problemas para mantener la trayectoria.

A pesar de la lluvia, la prueba se dio por superada y salimos sin problema de la reserva, pero esto bien se merecía una nueva cerveza y ¿dónde mejor que en un bar local? Pues allí que nos vamos. A Mara Rianta, un poblado de camino a nuestro campamento.  La cerveza no es que estuviera muy fria, la verdad. De hecho... nada fria, pero a todo te haces y disfrutamos del hecho de vernos en un bar local , al resguardo de la lluvia, con una "Tusker" (la cerveza más habitual por estos lares) y sumergidos en el entorno Maasai más puro que te puedas imaginar.

La mañana del nuevo día nos trajo una actividad distinta... la pesca... Si... si... en la mismisima orilla del rio Mara. ¿Y los cocodrilos? Pues eso me preguntaba yo y no dejaba de mirar a todos lados mientras mi hijo pescaba en compañía de su inseparable Maasai. Eso daba tranquilidad, la verdad ya que conocen el terreno y saben dónde pueden hacer ciertas actividades y dónde no, así que... a disfrutar de la pesca... y esta noche... para cenar... siluro.


Pero no ibamos a estar pescando todo el día... los animales nos esperaban de nuevo y siempre con el visto bueno de Nkumun y Jorge, pudimos volver a poner pie a tierra en algun lugar de la reserva. En una ocasión para contemplar el craneo de una cabeza de elefante... ¡Una pasada!

Pero también las cebras se dejaron fotografiar (y posteriormente cambiar el color) para sacar una fotografía como esta. Todo está ahí, a tu alcance para que disfrutes y hagas fotos que te recordarán cada día lo que has visto. 
Hoy tampoco nos libraremos de la lluvia que llega, como un reloj, a media tarde y deja los caminos bastante complicados de transitar, pero al mismo tiempo es el alimento que las praderas necesitan para mantener ese verdor y esos pastos que vienen buscando tantos animales desde tan lejos en su migración anual.
De regreso al campamento nos cruzamos con varios Maasais cuidando de sus rebaños de vacas o cabras y con uno de ellos se puso a charlar Jorge. La única defensa de estos jóvenes Maasais era un arco y unas flechas de cara a salvar su ganado de un posible ataque de los felinos que viven en la zona. Pues tras entablar Jorge una conversación con ellos, le vendieron el arco, el carcaj y las flechas que seguidamente le regaló a mi hijo Jose. Se ha convertido en su mayor tesoro y lo tiene como cabecera de cama desde entonces. Y no se trata de un arco de feria, sino de un auténtico arco Maasai, con sus flechas con puntas de hierro y un carcaj hecho con piel de vaca. ¿Qué decir? Pues sólo una cosa: "Gracias, Jorge".
Así que la mejor manera de empezar la nueva mañana ¿cómo era? Efectivamente... tirando con arco y con los mejores maestros posibles: Parkisuah o William.


¡¡¡ Buf !!! Vaya montón de emociones, de vivencias. Un lujo de vacaciones estas que estamos viviendo. Así que... para no dejarlas escapar, nos volvemos de Safari. A ver lo que nos depara hoy el día.
Tuvimos la suerte de contemplar a una leona en plena caza de un ñu.
Siguio a su presa, a la  carrera,durante unos doscientos metros, dándole alcance con una agilidad increible. El ñu, poco antes de  ser derribado y viendo la imposibilidad de su escapada dio un giro de  ciento ochenta grados y se enfrentó, cara a cara, a  su perseguidora, no consiguiendo escapar. A pesar de ello no cesó en su intento y se libró del mortal abrazo en  un giro de su cuerpo que le permitió salir a la carrera. La leona tampoco cesó en su intento de alimentarse ella y su camada, siempre cerca y observante del lance  de la caza. Tras varios cara a cara y varios cientos de metros a la carrera, finalmente el ñu se vio libre por esta vez. Como decía, la supervivencia no es secilla para ninguna de las dos partes, cazador o cazado, pero es respetuosa y su razon de ser... comen para sobrevivir y por ello cazan. Los herviboros lo tienen mas sencillo ya que no han  de matar para subsistir. Pero han de aprender a esquivar a sus atacantes en el proceso de búsqueda de los verdes pastos que  la naturaleza les brinda a lo largo de las orillas del rio Mara.



Los elefantes, majestuosos, imponentes, fuertes,... siguen siempre su camino. Parece que saben dónde  van y nada les interrumpe. Ni siquiera nosotros con nuestros vehiculos. De hecho, uno de ellos dejó las huellas de sus colmillos  en el capot del todoterreno que nos acompañaba. Más aproximacion era imposible. Se acercó... nos miró y se fue. No suponiamos ninguna amenaza para su manada, siempre protectora de los mas pequeños en medio de los adultos. Nunca en la vida pensé en una proximidad tal a estos animales salvajes y en libertad, pero nos ocurrio lo mismo con el guepardo, un leopardo e incluso  con leones. De estos últimos, a uno le pillamos terminando de engullir los restos de un ñu cazado pocas horas antes. Tal era el ansia  en la comida del felino que la fatiga le hacia detenerse cada poco para poder seguir comiendo. Otro gran  leon macho nos dejó bien claro que no nos tenía miedo ya que marcó nuestro coche como parte de su territorio. Una vez más la proximidad llegó a limites insospechados por nosotros.

Este campamento no es un campamento al uso. Esto es... no se dedican al negocio de traer turistas, hacer caja y listo. Han creado la fundación Kenya Cheetah Foundation y con ella están colaborando en una escuela próxima, pagando el sueldo anual de una de las maestras que allí imparten clase. Contribuyen económicamente en la construcción de aulas y en las infraestructuras de la escuela para que los profesores y niños puedan llegar en cualquier epoca del año, incluso en la húmeda, para lo cual tienen en proyecto la construcción de un pequeño puente en uno de los arroyos que aumentan su caudal en la temporada de lluvias. El número de alumnos se ha incrementado desde que ellos colaboran con la escuela de 97 a más de 300, inculcando la idea de que la educación es necesaria para el sostenimiento y la independencia de la tribu Maasai. De manera que hoy tuvimos una jornada especial en la que en lugar de irnos de safari, nos fuimos a visitar la escuela en la que están colaborando Jorge y Mariola a través de la Kenya Cheetah Foundation y fue tan buena como las demás. Es increible ver en qué condiciones llevan a cabo la enseñanza y el esfuerzo que hacen todos para poder tener acceso a la educación. Estando allí alojado tendrás la oportunidad de visitar la escuela y ver lo que están haciendo. Y no está de más si puedes aportar algo de material escolar (lápices, bolígrafos, tizas, gomas de borrar, cuadernos,...) que les vendrán de perlas a profesores y alumnos. Ni para unos ni para otros es sencillo apostar por la educación ya que para asistir a clase han de recorrer a pie distancias de hasta 5 ó 6 km a través de la sabana, con los riesgos que ello supone. A pesar de ello, lo hacen día a día en ambos sentidos, lo cual demuestra la implicación por ambas partes y su entusiasmo por la educación y la enseñanza.
 

Asimismo, realizan donaciones para el hospital próximo, tanto económicas como de material sanitario, tan dificil de conseguir en la zona. Es, por tanto, una buena opción para disfrutar de unas vacaciones únicas sabiendo que parte de tu dinero va a a ir directamente, sin intermediarios, a proyectos en los que la Fundación se encuentra directa e intensamente implicados.
Han realizado campañas de vacunación en las reses que cuidan los Maasai evitando de esta manera la pérdida del ganado que es en gran medida su modo de vida. Es mejor verlo que leerlo, pero está bien que si decides ir a Kenya y alojarte en este campamento, sepas de antemano qué hacen y por quién lo hacen. Y a cambio ¿qué reciben? Pues el respeto, la admiración y el cariño de la Comunidad Maasai por la que trabajan, que no es poco, os lo puedo asegurar. Y de igual manera, la admiración por parte de los que vamos pensando en un turismo fotográfico y volvemos con un pedacito menos de corazón que se nos ha quedado allí, con Jorge, con Mariola, con Nkumun, con Parkisuah, con Benjamin, con Musiri, con la Mama, con Dominic, con William, con todos...
La experiencia no acaba ahí... no. Hoy visitaremos también el mercado semanal que ponen en Aitong. Otra experiencia única. En el par de horas que pasamos allí, viendo, comprando y de nuevo visitando el bar local para tomarnos una cerveza (o dos, ¿verdad?) no vimos a ningún otro turista en la zona. Parece ser que, aparte de no estar muy interesados en cómo vive el Maasai real, no el de las fotos de los hoteles, en esta zona tampoco es que les agrade mucho vernos por allí. Pero existe la excepción que confirma la regla. Ibamos con Jorge (nuestro salvoconducto en cualquier situación) y con él las puertas del Maasai Mara se te abren ya que es bien conocido por todos por su labor de ayuda e implicación en la zona. Así que... ¿había que aprovecharlo, no? Nos metimos de lleno en el mercado donde ellos, los propios Maasai hacen las compras y eso si que fue inmersión total. ¡Qué gozada! ¡Qué colores! ¡Qué gente! ¡Qué distinto todo! Pero desde el lado positivo. Fue una experiencia única que recordamos con mucho agrado.


La vida salvaje en el Mara es tan abundante y está tan presente  a tu alredededor que hay momentos en los que deja de sorprenderte, por ejemplo, la presencia de una hiena en busca de carroña para alimentarse. Las jirafas,  siempre elegantes, nos regalaron con una danza de aprendizaje en la lucha, cruzando y entrelazando sus cuellos para demostrar su fortaleza y su dominio  sobre el macho menos fuerte y dejando bien claro quién será el 'hombre de la casa' y dueño  de ese harem hasta la llegada de un macho mas fuerte.





Cada dia, cada momento vivido en el Maasai Mara nos ha regalado con vivencias unicas. A ello contribuyó de manera definitiva, por supuesto, Jorge, conocedor de la zona y amante de los animales. Nunca tenía prisa por volver  al campamento, a su casa. Disfrutaba tanto como nosotros del espectáculo que estabamos viendo,  de los momentos que  estabamos viviendo. Pero cada dia llegaba el momento de volver al campamento. No con tristeza, ni mucho menos. Ya que sabiamos que el buen hacer de Mariola y los Maasai que con
ellos conviven harían de nuestra llegada un nuevo momento único. Todos los dias  a nuestro  regreso, nos recibieron con carino. Y siempre habia una cerveza bien fria esperandonos en la barra de la tienda-restaurante, donde tras la ducha para descansar de la jornada, un aperitivo, a la española, nos esperaba previo a la comida. Esto, el aperitivo, sabemos de buena tinta, que es algo  particular y único de este campamento.
En ningun otro gozarás de ese privilegio.

Pero... no podemos irnos de Africa sin hacer fotos al amanecer cerca de una acacia ¿verdad? "Jorge... que estaba yo pensando si mañana podríamos..." "Dime a qué hora quieres salir y ahi te esperamos  William Nkumun y yo para buscar la acacia más bonita de la sabana" No me dejó ni terminar de hacerle la pregunta... está dispuesto a todo, a cualquier hora, a lo que sea, porque te vayas con tu ilusión (una más) hecha realidad. Así que... a las 6:30 de la mañana estábamos saliendo con el todo terreno y un termo de café caliente(que no falte) para buscar una bonita acacia que me hiciera de contraluz en esa foto que estaba buscando. "¿Te gusta ésta? No, espera, hay otra un par de km más al norte que tiene mejor forma" Yo me dejé llevar y encontramos una acacia... solitaria... esperándonos... No se si será la más bonita del Maasai Mara. Para mi lo es y ella debió sentirse halagada por la cantidad de fotos que le pude hacer. William Nkumun le dio el toque romántico a la escena. Me volví loco con el disparador de la cámara. El sol no espera y hay que aprovechar cada décima de segundo.
¿No merece la pena madrugar para ver esto? Jorge, Nkumum, el sol, la acacia, mi cámara y yo...
Yo creo que si merece la pena robarle un par de horas al sueño para no perderse éste espectáculo.
Pero tampoco hoy ibamos a dejar de ir de safari... hay que aprovechar cada día, cada minuto y siempre había animales esperándonos para dejarse fotografiar, descarados, impresionantes.

 


La Familia Cheetah, como cariñosamente hemos llamado a todos los integrantes del Cheetah Tented Camp nos han hecho vivir  momentos super emocionantes e inolvidables  durante estos dias. Las cenas, amenizadas  con las canciones interpretadas a  la guitarra por Peter, nos dieron la oportunidad  de revivir y recordar  una vez más los momentos vividos durante la jornada, compartir con el  resto de la Familia Cheetah nuestras  sensaciones y  afianzar en nuestras memorias cada nueva experiencia, cada nueva sensación vivida. 
Familia Cheetah
Tuvimos el privilegio de observar y compartir, en exclusiva, los bailes rituales de los Maasai, de los que nos hicieron participes y con los que compartimos nuy buenos momentos.

En la primera ocasión que pudimos observarlo y vivir junto a ellos ésta experiencia algo ocurrió. Pensamos que el ritual del baile habia durado unos veinte minutos, pero no fue asi. Duró alrededor de una hora y media. La comunión entre los Maasai y nosotros fue total llegando a ser uno y no darnos cuenta de que el tiempo avanzaba. "Hubo magia", dijo Jorge. Llámalo magia  o llámalo como quieras pero algo ocurrió en ese momento. Y desde ahi en adelante el espiritu de Africa y el espiritu noble de la tribu Maasai nos acompañó en  todo lo que hicimos. Y espero que nos siga acompañando en el futuro. Tras la cena, "un seco" nos animaba a seguir  disfrutando unos minutos mas de la compañia de nuestros anfitriones, ya amigos, y a escuchar lo que tenian preparado para nosotros para la siguiente jornada, aunque robasemos minutos al sueño y al descanso. "Ya descansaré cuando me muera", ¿verdad, Jorge? Esa es una más de las cosas que nos hemos traido en la mochila de lo  aprendido. Hay tantas cosas que hacer y de las que disfrutar que hay que aprovecharlas cuando están ahi, al alcance de  nuestras manos. En más de una ocasión tuvimos la oportunidad de disfrutar de las canciones de Peter. Todas ellas con temática africana: Jambo... Hola o Bienvenido. Journey to Africa... Viaje a Africa. Pole, pole... Despacio, despacio. Karibu Kenya... Bienvenido a Kenya... Y hoy todas ellas resuenan todavía en nuestros oidos y alegran nuestros corazones, no sin hacernos sentir añoranza por lo vivido y sentido durante nuestra estancia en el Cheetah Tented Camp.


El Maasai Mara tiene muchos campamentos. Algunos de ellos con bastantes años asentados allí. Otros muchos con una gran cantidad de alojamientos y, en consecuencia, con una gran cantidad de gente allí hospedada. Otros, con construcciones de ladrillo, cemento, siendo prácticamente macro hoteles desde los que si, por supuesto, también conoces Africa, pero como si estuvieras a miles de km. de Africa. Pero el Cheetah Tented Camp tiene algo de lo que los demás carecen y que lo hace único y exclusivo.
 



Primero de todo, sus anfitriones, enamorados de Africa y de lo que hacen. Sentimiento que te harán llegar de la manera más natural que te puedas imaginar.
Segundo... este campamento goza de exclusividad por la poca capacidad de alojamientos que tiene: dos cabañas de lujo, lo que implica la total atención de la Familia Cheetah a sus huéspedes, haciéndoles disfrutar como en ningún otro lugar del Maasai Mara sería posible.
Tercero y creo que más importante. Ellos: Jorge y Mariola. Llevan adelante su aventura no como un negocio, sino como su modo de vida y con ellos todos los Maasai que con ellos conviven y que forman parte de esa gran Familia Cheetah.

Estas no han sido unas buenas vacaciones... han sido LAS VACACIONES.

Este no ha sido un buen viaje, ha sido EL VIAJE DE NUESTRA VIDA.

Y ello ha sido gracias a vosotros dos, Jorge y Mariola.


 
Asen iolen, hermanos!

  


Jorge y Mariola con nosotros
  
Si quereis ver las fotos con más detalle, haced clic aqui . También podeis ver este pequeño video resumen.


O también podeis visitar su perfil de Facebook.














Si alguien necesita algún tipo más de información sobre el Cheetah Tented Camp, lo visto, lo vivido o culquier otra cosa, que no dude en ponerse en contacto conmigo. Estaremos encantados de volver a recordar y compartir esos momentos con quien pudiera estar interesado.
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